jueves, 20 de febrero de 2014

Vestido

El atuendo que te cubre el día de hoy no es el mejor para andar en la calle, pero ¡Cuanto no daría yo por tenerte con ese mismo atuendo en mi cama! Eres una muchacha comparona que no se fija en cualquier cosa. Quizá ese sea uno de los ingredientes de la receta que te hace tan apetitosa y jugosa. No solo te gusta ser tratada como reina, sino que también te gusta tratar a los hombres como zánganos u obreros. Así como las abejas no se oponen ante la voluntad de la reina, yo también me siento cautivo ante la majestusidad de tu esplendor. Ciertamente no estoy en tu radar, pero tú estás en el mío, y doy gracias por cada día en que poseo la salud suficiente para contemplarte. Quisiera ahogarme en el mal de tu pelo. Cada vez que lo veo, me da deseos de restregarlo en mi rostro con tal de que se quede impregnada en mí tu esencia. Reposar mi mejilla izquierda en tu espalda, mientras cuento cada una de tus pecas. Eres esa solitaria estrella que con su luz decora la penumbra. Como la Estrella Polar, me indica mi norte a seguir. No puedo imaginar la magnitud de la fuerza gravitatoria capaz de convertir esos haces de luz que emites, en curvas perfectamente delineadas. Mirar tal espectáculo es como mudar el cielo al suelo. La imponencia y elegancia que exudas me intimida. Dos lásers azules que se mueven lentamente hacia mi, como intentando cortarme en dos, horizontalmente, despacio…. Asi se siente cuando tal belleza te elije como recipiente para volcar toda su atención. Al ver esas dos rayas negras verticales en ese corto vestido amarillo, pensé que eras un Camaro. Coraza azul marino tan ceñida a tu cuerpo, que la misma luce inexistente. Capa dorada mediana que en tu cuerpo luce grandiosa. ¿Qué se sentiría cargarte entre mis brazos?

- Ignacio Cortorreal en Gmail

sábado, 15 de febrero de 2014

Volver A Verde

Si madurar es soportar tus cambios de ánimo, y sin tener la más mínima idea de lo que estás pensando, entonces prefiero quedarme verde.

Tienes unas formas efectivas, pero desagradables, para demostrarme lo poco que valgo en esta vida. Situaciones que acentúan mi devaluación. A veces creo que son alarmas o señales de peligro, sin embargo, recientemente he vislumbrado (y en cierto modo, aceptado) la posibilidad de que esto sea mi destino: alargar mi brazo hasta esa poca distancia, para agarrar lo mejor de lo que esté a mi alcance.

Tanta debilidad me molesta. Decisiones fallidas e imperfectas me atormentan, ¿Y así es que quiero dejar una estela en la historia? frágil, delicado, sensible, imperfecto, inválido, feo… y sólo es relativo en la mente de quien busca auto-consuelo. ¿Cómo vas a destacar, si ni siquera en el grupo de elegidos puedes estar? ¿Hasta cuándo voy a seguir cometiendo errores?

Ejecutar acciones toscas, repetitivas e inútiles, pero necesarias. ¡Que tristeza! Acelerar a pellizcos y frenar a golpes: ¿Acaso el destino está siendo sarcástico conmigo? Quizás aceptar y entender la verdad toma tiempo. La verdad siempre duele al principio, pero días o meses después, te arrepientes por haberle dado la espalda, cuando lo que necesitabas era darle un tiempo para que pudieras digerirla mejor.

[…] Mientras comía sancocho, veía al gato dudando entre pedir comida y cortejar a la gata. La gata rechazaba a quien le había acompañado durante toda la vida por un gato desconocido. No es que el primer gato haya sido muy bueno, pero aunque se merezca el rechazo, por lo menos un diminuto rayo de luz toca la pena que siento por él… ¡Que triste destino tiene el gato!


- Ignacio Cortorreal en Gmail

domingo, 9 de febrero de 2014

Alma que Rechaza

El cuerpo es como un vehículo y el alma es como un conductor. Entonces, cuando deja de funcionar, ¿Acaso el alma cambia de vehículo? ¿Por qué no vuelve aún si lo reparan?

Quizás el cuerpo sea una fuente que genera un chorro de agua cristalina al alma. Entonces, ¿Por qué el alma lo rechaza si el mecanismo que le da el agua deja de funcionar?

Esto es muy similar a la reacción que tenemos cuando tenemos un fallo con algún artefacto en nuestras vidas. Queremos cambiarlo, aun si con una simple reparación podemos arreglarlo.

O quizás no nos gusta ver tantos remiendos. Entonces, los que no queremos desechar artefactos nos esforzamos para pintar o decorar tales faltas. Lucen bien después del maquillaje, pero aún así se nota que es una capa para esconder la fealdad.

Pero nuestra alma es tan egoísta y orgullosa, que abandona a un cuerpo por cosas como, por ejemplo, que algo le obstruye las vías respiratorias por aproximadamente treinta minutos.

"Cuando el amor se daña, es mejor cambiarlo en vez de repararlo." ¿Será que nuestra alma también piensa así de nuestro cuerpo?

lunes, 3 de febrero de 2014

Herramienta

Quería aprender, busqué quien me enseñara
me dí cuenta que habían cosas que no podían enseñarme con sus herramientas.
Decidí conseguir mi herramienta,
pero para ello necesitaba permisos,
y aprender lo mínimo necesario.
Lo hice, y llegó el momento de adquirir la herramienta.
Inicialmente buscaba la herramienta más barata,
pero, para mala suerte, también era fea.
Así que fue empujando y estirando el presupuesto
hasta encontrar una que cumpliera un mínimo promedio.
Fuí. Ví. Adquirí.
Al final, siento que podía conseguir una herramienta más equilibrada
entre los extremos precio, apariencia, y estado.
Pero no es la primera vez que me ocurre este arrepentimiento.
Así que actualmente hago planes de mejora,
y en un futuro algo lejano,
de cambio.
Mientras ese momento llega,
estoy practicando todo aquello
que antes no podía.