Cuando decido avanzar sin dejarme frenar por los obstáculos de mi camino, con el paso del tiempo siento que una parte de mí se desprende y se queda en cada uno de los obstáculos que supero.
Pudiera decir que las partes que se desprenden son malos hábitos, cosas que me estorban, creencias obsoletas, entre otras. Incluso puedo decir a favor de este desprendimiento que las cosas con las que uno hace rutina y se vuelven de segunda naturaleza son las más difíciles de desaprender. Y para agregarle un poco más, la pereza es uno de los siete pecados capitales que comúnmente relentiza la superación y el progreso. Pero, aún con todos estos argumentos en contra, nunca deja de aparecer esa situación en la que me paralizo al pensar en que perderé algo importante.
En la ruta del mejoramiento contínuo se pierden muchos rasgos, cualidades y características. Ciertos personajes han manifestado que "morir es mejor que perder", pero perder tantas característas que al llegar cierto punto me convierta en alguien que totalmente desconozco y muy diferente a lo que esperaba ser, es una revelación siniestra.
Como diría Oscar Wilde, "Hay dos grandes tragedias en la vida: una es no conseguir lo que se quiere, la otra es conseguirlo. Esta última es la verdadera tragedia."
[Wed, Dec 21, 2011 13:01:11]
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