lunes, 9 de diciembre de 2013

Hi Mom!

No tienes cuerpo de diosa; más bien eres la mamá de las diosas. Eres una mezcla entre Margarita Cedeño y Sobeida Félix. Vestida con ropa de oficina, tus atributos pectorales se vislumbran a través de la abertura que se desdibuja entre los botones de tu blusa. Tus labios brotan como retoños deseando ser recogidos, como si quisieran que alguien los arrancara de tu rostro con un sensual mordisco. Arqueas tu espalda, como si quisieras que salgan disparados algunos botones de tu blusa. Al verte caminar casi grito: "¡Kim Kardashian!" La redondez del mundo luce te queda pequeña. En ti se conjugan la belleza diversos universos. Es como ver a una hindú y una rusa al mismo tiempo. No encuentro palabras para describir lo que sentí cuando tuve la oportunidad de mirarte así de cerca. Todos los pensamientos sensuales que me esfuerzo tanto en evitar, vivieron hacia mí como un tumulto de gente, que lo único que pude hacer fue rehuirle a mirar tu boca tal si fuera una peste; peste de la que quisiera padecer durante todo el resto de mis días. ¡Mamasota! En estas noches de Navidad quisiera estar arropado entre las sabanas de tu pelo. Es una dicha poder recurrir al pensamiento para imaginar todas las cosas que podría hacer junto a ti, cosas que sólo serían posibles si estuvieras enamorada de mí. Tomar tu chicharrón y mi plátano para preparar mofongo en el pilón. Pantalones tan apretados que dividen en dos lo que conozco como uno, tan cortos que parece que andaras en panties. El transporte público estaba tan lleno, que tres mujeres se agarraban de mí a mis espaldas para no caerse. Sé que eran mujeres por sus pequeñas manos y sus delicadas voces. Imaginé que eran tan bellas que me daba miedo mirar para atrás y matar esa ilusión. Por encima de la sabana que arropa a tus dos grandiosas colinas occidentales se asoma que parece ser una linea fronteriza, la cual pareciera que quisiera alcanzar a la cascada negra de tu pelo que salpica en la llanura de tu espalda. Estoy antojado. Quiero morder peras. Delineado egípcio en tus ojos, adornado por un pequeño lunar debajo de tu ojo izquierdo. Eres blanca y flaca como canquiña latigosa. Eres de las pocas mujeres que he visto ceder el asiento en el Metro.

- Ignacio Cortorreal en Gmail

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