miércoles, 27 de noviembre de 2013

¡Ajedrezado!

En un tablero de ajedrez se han cometido los errores necesarios para ahogar a un rey, produciendo así un empate. Esta situación motiva los sentimientos que inducen a decidir un ganador. ¿Por qué el ser humano instintivamente se niega al empate? Lo mismo se puede pensar de la acumulación de pequeñas ventajas. ¿Por qué ese deseo de ir directamente al premio mayor, cuando las posibilidades son de un 50% o mucho menor? Es como si en el ser humano se encontrara escondido una atracción por el azar, por lo aleatorio. Sin embargo, aún cuando un juego posea cualidades aleatorias, el manejo del azar es una habilidad, y se puede probar estadísticamente. Es como ver una oportunidad dorada de alto riesgo. Puedes dejarte seducir por las ganancias, o acobardarte por las pérdidas. Es probable que enfocarse en ventajas mínimas sea una cualidad de la mezquindad; A pesar de esto, nada tiene de malo enfocarse en ventajas mínimas. La ciencia se contruyó sobre los diminutos bloques que se crearon o descubrieron. Aunque, la mayoría de las veces, los creadores de robustos pilares no pueden contemplar la magnífica obra de la que sus creaciones han sido partícipes. Tan breve la emoción de la victoria, y tan larga la agonía de la derrota. Cuando te das cuenta de que las consecuencias de tus decisiones afectan a otros más, y de que tu destino depende de las elecciones de otras personas, ahí comienzas a notar lo encadenados que estamos en el universo.

- Ignacio Cortorreal en Gmail

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