jueves, 14 de noviembre de 2013

¿Por qué tanta prisa?

Finalmente, mostraste mucha prisa el día de hoy. Una prisa similar a la que me hace cometer errores de los que me arrepiento de por vida. Estos son los momentos fuertes de mi vida, en los que me deprimo y tengo que trabajar yo mismo con mi propio consuelo. Darme a mí mismo una palmada en mi hombro, abrazarme a mí mismo. Son penas que se generan de los momentos más simples y estúpidos de mi vida. El que no se arriesga, no gana. El que no comete errores, no aprende. Sin dolor no te haces feliz. Es que me molesta tanto sentirme seguro de haber dado un paso firme, para luego desplomarme tan trágicamente que me da vergüenza dar la cara, ya que ese fallo genera un cúmulo de malentendidos que dañan mi imagen, la que a duras penas trato de corregir. Tantas cosas bellas en las que puedo pensar, de las que puedo escribir, y sin embargo este sentimiento de pena y vergüenza persiste y se mantiene vigente en mi mente, y no me quiere dejar libre. Espero que sea tomado como un simple malentendido, pero la oportunidad perdida rara vez vuelve atrás. Es como el concón que se queda pegado fuertemente en el caldero que debes limpiar. Tratar de removerlo da dentera. Cuando me siento así, se me dificulta pensar en la belleza del mundo que me rodea. Tengo que aprender a vivir con ese dolor, soportarlo, y desarrollar habilidades para hacer que pase y se consuma rápido, pues ese dolor no desaparece instantáneamente, como si fuera un acto de magia. Pude sentir el rechazo de los que me vieron cometer los errores. Debo aprender a vivir con ello. El dolor que siento es como un tanque de riego lleno de agua sucia. La rapidez con la que sale agua limpia dependerá de: (1) sacar el agua sucia, (2) evitar más partículas contaminantes, (3) echar suficiente agua limpia. Mi tanque se estaba llenando de agua limpia, pero recibió un golpe que desprendió partículas contaminantes que estaban adheridas en sus paredes, ensuciando así el agua que tenía. Así como ocurrió un suceso doloroso que me contaminó, también se necesita otro aún más doloroso para limpiarme. De nada vale el agua limpia si el contaminante está presente. De nada vale retirar el contaminante si el agua sucia permanece en el tanque. Cometí un error. Aprendí cuál fue mi error. Pero no estoy seguro de que puedo evitar repetirlo. La confianza se desplomó. Como un bebé que llora cuando cambia su zona de comfort.

- Ignacio Cortorreal en Gmail

No hay comentarios:

Publicar un comentario