miércoles, 13 de noviembre de 2013

Musical

Comienzo mi día tocando una melodía en tu cuerpo de guitarra, más similar a un violinchero. Hoy tus retoños de flores están arropados de un brillo escarlata más intenso que el de delicadas rosas. Deseo ver qué puede hacer la atleta de alto rendimiento que hay en tu ser. ¿Atletismo? ¿Natación? Alguna acctividad física debes haber realizados para acenturar de tal escandaloso modo las curvas de la autopista que recorre alrededor de tu cuerpo. Recuerdo lo mucho que te deseaba en mi pubertad, y ahora que te veo así en mi adultez, te deseo aún más. Ligera como una pluma, flexible como la goma, moldeable como arcilla. Solo las manos del mejor artesano podría crear tu figura divina. Tu cortisimo atuendo acentúa cual largas lucen tus piernas de flamenco. Podría durar un día completo tratando de recorrerlas con mis manos desde tu cintura hasta tus dedos, y me faltaría recorrido. ¡Que largas son! Oh, ¿Por qué tomaste esa pose que tanto me incita y excita? Para distraerme y olvidar este sentimiento, trato de seguir la ruta que toma tu largo y saludable pelo, pero lamentablemente la ruta termina en dos grandes zonas que me vuelven libidinoso al contemplarlas. Veo descansar tu mano en el hombro de un caballero. Esta acción me hace sentir celos. Te veo su hombro apretar como diciendo que es de tu propiedad. Estas ansias locas de que esa mano me haga lo mismo me quiere matar. ¡Suéltalo, …ño! Tu caminar balancea tus caderas como columpio (fuin, fuan), como el péndulo que utiliza un psiquiatra para hipnotizarme (fuin, fuan). Tu pelo de bronce me hace imaginar que defiendes a Atena como toda una Dama de Zodiaco. Si pudieras proyectar la tonalidad de tus ojos en todo lo que miras, la ciudad se conviertiera en un bello bosque. Te sobresale un poco de grasita a ambos lados de tu barriguita, mi zona favorita para hacerte cosquillitas. La forma en que sonries mientras modelas la florecita que adorna tu cabecita, me hace sentir maripositas en mi barriguita. (Es barrigota, pero no rima) Parece ser que tus labios están resecos, quizas por esto sacaste disimuladamente tu lengua y la pasaste sobre ellos. ¡Que sexy se ve eso! Parece que esa piedra en tu collar quiere esconderse en la ranuja que se dibuja entre tus pechos tan protuberados que pareciera que quisieran despenderse de tí en dirección tangencial al exterior de la tierra. Los miro fijamente, y parece que tienes frío… Me aterra pensar que esas dos puntas de alfiler que los adornan salgan disparadas y se entierren en mis ojos. Luce tan suave la piel de tu cara que quiero acariciarla. No importa la posición en que estés: de frente, de lado, de espaldas… ninguna apagará este fuego interno que se enciende al tenerte cerca de mí. Al acercarte a mí, ese fuego se vuelve volcán, y cuando me abrazas brilla como un sol. Me alelo al ver el movimiento serpentinesco de tu pelo mientras te alejas. Y mientras lo veo, pienso que me inyectas tu veneno de un mordisco. Observo tu talle con detalle y su medida hace que me por tí me desmaye. La punta de la torre Eiffel que se delinea en el interior de tus piernas deja pasar un haz del luz cargado de magnetismo ocular que atrae mi vista a su cúspide. Te veo de frente y presencio a mi heroína de los juegos del hambre de amor que tengo por tí. Por tu delgadez creo que tienes hambre también. Otra vez humedeces tus labios… Juego con tu mirada en los bordes de las paredes, y alrededor de los postes, mientras me quedo preplejo contemplando ese lunar junto a tu boca. Al mirar las uñas en tus zapatillas encuentro la razón de ser de la piedra en tu collar. Me invitas como acompañante a un corto viaje de negocios y me pregunto si son excusas para estar junto a mí. Quizás sea que me tienes una alta estima. Tal parece que tendré que pasar otra vez por la desdicha de ver como me bajan de un pedestal. Yo, sin embargo, te mantendré en mi pedestal mientras vida tenga, pues es muy difícil y duro vivir sin tener a quien adorar. He percibido ese patrón de acciones en otras ocasiones, y es un patrón de rechazo. Es un pensamiento triste que intento reemplazar con tu belleza, esa belleza que mantiene mi mente atada a tí. Son muchas las bardas que debo saltar para llegar a tí. No entiendo por qué debe ser tán difícil estar en contacto. ¿Crees que no percibí tu rechazo, o quizás lo hiciste para ponerme a prueba? A veces siento que lo mejor sería contemplarte evitando esperar o generar cualquier respuesta de tu parte, como cuando miro las estrellas, como cuando enfoco en el cielo, como cuando miro las plantas, como cuando observo el cauce de un río, como las olas del mar, las flores de un jardín.

- Ignacio Cortorreal en Gmail

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