sábado, 16 de noviembre de 2013

Bebé

En mi infancia me encantaban los columpios. Me gustaría construir uno en tus firmes pinos, y mecerme entre ellos. Pensarás que me fijo en cosas superfluas, pero que lindos son los remos que impulsan tu canoa a través del mar de gente en esta sociedad. Tan larga y con tantas curvas, como la Autovía del Este. Tan bella con esa blusa roja roja de vuelos y esos jeans azul apretados. Quería que pasaras cerca mío para decirtelo, pero te desviaste. Me dejaste con todo ese gusto adentro. Con tu pelo recogido en un tubi, sacas tu maquillaje dentro de un carro público y das pinceladas realzantes a tu belleza facial. Cuantas ganas de desarreglarte y ponerte fea… ¡Tubi con gafas de sol! Fue un momento en que bailé entre burla y furia, hasta que ví lo que hiciste con tu boca. Entonces sentí lujuria. Dos jagüas maduras colgando apaciblemente del árbol de tu cuerpo, me traen recuerdos de un médico que dijo que son un buen deurético. Tu pose emula una pinza de cejas, con largos brazos apoyados de sus cabezas, nunca apartando mi vista de su eje común. ¿Qué haces para mantenerte tan bella? ¿Te bañas con elíxir? ¿Te enjabonas con flores? ¿Te secas con algodón? Pareciera que tu brillo atraviesa el cristal opaco de la multitud. Tu cadencia minimiza la Danza del Hada de Azúcar. Te vi frente a mí, y me pareció tener cerca a Jessica Ennis. A tu cuerpo quiero contemplarlo, apretarlo, abrazarlo, besarlo hasta que no pueda más. Me miraste y me sentí impotente. No tengo idea de cómo enamorarte y lograr que me ames. Si tan solo conociera las palabras precisas que me guiarían a través del camino para llegar a tu corazón, fuera el hombre más felíz del mundo. Te veo descanzando recostada de una pared. Quisiera tenerte recostada a mí, con tus brazos en mi cuello y los míos en tu cintura, mirándonos a los ojo, compartiendo secretos telepáticamente. Recorrer tu llanura hasta llegar a tu manantial y allí descansar. Tienes los dedos de los pies delicadamente arreglados. Me siento en el cielo al ver tu piel blanca como las nubes. El simple hecho de reconocer mi diferencia en belleza cuando me comparo contigo, me recuerda que me eres inalcanzable.

- Ignacio Cortorreal en Gmail

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