jueves, 7 de noviembre de 2013

Presión Espiritual

Te ignoran. Te hablan con desprecio. Te excluyen de los grupos. Te hablan con indirectas. Te sientes desmotivado. Te miran con desprecio. Piensas que no sirves para nada. Aceptas la culpa de todos tus fracasos. Te sientes pesado y haragán. Tienes miedo de cometer errores y fallar. Carro… Novia… Dinero… Los demás sienten esa inseguridad en tí, y cuando te sientes seguro, son los primeros que critican y se quejan de tus elecciones. Se quejan de que no miras a los ojos, pero ninguno de ellos te mira a los ojos. Tu deseo es tan grande que se nota a distancia. Haces un esfuerzo sobrehumano para contenerlo, pero ellos ignoran ese esfuerzo, o lo malinterpretan y te clasifican como persona peligrosa. Otros quieren arrebatarte lo poco que has logrado. Las personas que se sienten con algo por encima de tí, buscan como restregártelo en tu cara. Quieren hacerte quedar en ridículo por tu raza, anomalías físicas, vejez, mala suerte, o lo que sea de lo que se puedan agarrar para disfrazar lo mal que les caes. El sentimiento tan desagradable que todo esto genera, tiene el poder de desenfocarte. Estoy seguro de que toda esta negatividad debe hacer daño, pero no encuentro una forma agradable de lidiar con ella. Entonces, cuando estás rumbo a desechar esos sentimientos, ellos tratan de hacer las paces contigo, porque no quieren perder a aquel al que pueden marginar, pellizcar, torturar…

Adelante. Así es la vida, así de irónica. Tú también has despreciado a otros. Tienes tiempo para pensar en todas estas estupideces, pero no dedicas tu mente a crear algo nuevo. También sabes que no todos los días son color de rosa. Hay días que la vida tiene un brillo deslumbrante.

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